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Chico, si que me lo pones bucólico.
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Ni me acordé de consultar la crónica financiera, desconecté el móvil
y hasta Mónica y yo charlamos de algo diferente de los problemas
diarios.
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Oye ¿no habrá sido un sueño?.
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Mira. Recuerdo una noche en el salón de EL ROBLÓN, con la chimenea
central cargada de troncos de encina, crepitando con fuerza y
arrojando una luz tenue, pero firme. Una cena tranquilo que nos
descubrió lo olvidado... el sosiego. Y luego, charlando al café con
otros huéspedes, quedamos al día siguiente para dar un paseo en
bici, bien tempranito por la mañana, hasta el pueblo de Sartajada...
bueno, con una gente estupenda; nos invitaron a ver los chotos y nos
acercamos a la alfarería. Y por la tarde, me terminé "El último
mohicano"...